jueves, 4 de septiembre de 2008

Los orígenes y "El Zagalillo"

Pastor con rebaño en la dehesa. Talla en madera

De formación autodidacta, nacido en un pueblecito de la provincia de Ávila, Serapio Hernández vivió los años duros de la posguerra civil española y desde que tenía tan solo 6 años (edad en que empezó, cobrando 3 pesetas diarias, de «zagalillo») hasta la edad de incorporarse al servicio militar, trabajó como pastor, cuidando rebaños de ovejas. Este es un oficio, el de pastor, que en la mayoría de los casos se ejerce en soledad, sin más compañía que el propio rebaño en la naturaleza, y es muy común que se busque algún tipo de entretenimiento con que matar el tedio mientras se está pendiente del ganado. Así, con una simple navaja, por pasar el rato, empezó a tallar diversos utensilios, especialmente la cayada, adquiriendo progresivamente una mayor destreza y afición que le llevaría, con el posterior descubrimiento de herramientas como las gubias, a una personal tarea de búsqueda y superación. Sus temprana aportación para colaborar al sostenimiento de la familia apenas le permitió concluir un curso escolar y asistir a clase sólo unos meses durante el siguiente, así que hubo de completar el conocimiento de las primeras letras con ayuda de sus padres y la colaboración voluntariosa de alguna persona que se cruzó en su camino. Maestro de talla jamás lo tuvo, pues cuando en cierta ocasión se inscribió —siendo persona más que adulta, madura— en la Escuela de Artes y Oficios, el profesor le dijo a las primeras de cambio que resultaba absurdo seguir con aquello, que en cuanto a la técnica del tallado en madera no tenía nada que enseñarle.

Llegado este punto y antes de continuar con el tema de la talla quisiera hacer un paréntesis para destacar la impronta imborrable que en su vida dejaron la infancia y juventud vividas como pastor, consideradas en conjunto algo así como la edad de oro de su existencia (¿para quién no es dulce la memoria de esa edad?) a pesar de las muchas necesidades y privaciones que le tocó vivir. Fruto de la intensidad de estos recuerdos es un libro publicado en 2003 que se titula, precisamente, EL ZAGALILLO, donde da una visión personal y entrañable de aquellos años, contada con amenidad, honestidad y cierto sentido del humor, haciendo una muy reconocible descripción —ateniéndonos a lo que han declarado muchas personas que ya lo han leído— de la vida que en el campo entonces se hacía. Si hubiere alguien interesado en este libro aún tendría ejemplares disponibles, según me ha confirmado recientemente el editor. Para ir a la página de la editorial se puede utilizar el siguiente enlace (clicar en la portada del libro):

Este relato autobiográfico de Serapio ha salido de su misma entraña, y no puede negarse su autoría, aunque su amigo Jorge Maldonado en un principio, y yo, como hijo suyo que soy, le hayamos ayudado en la tarea de pasar a limpio los borradores, habida cuenta de las limitaciones de una educación, como queda dicho, harto deficiente. El libro está dividido en 3 partes. La primera (la más extensa de todas), "Recuerdos de infancia y adolescencia", es una recopilación de anécdotas y recuerdos contados cronológicamente y consta de más de 80 entradas o capítulos. La segunda se titula "El oficio de pastor" y en ella describe muchos pormenores del oficio siguiendo el orden de las estaciones. La tercera parte, "Las enfermedades del ganado", es un breve repaso a las principales dolencias que suelen aquejar a estos animales. En total, algo más de 300 páginas que son vivo testimonio de cómo se realizaba ancestralmente un oficio que, al igual que la talla, parece estar sucumbiendo en nombre del progreso y la modernidad.

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