De formación autodidacta, nacido en un pueblecito de la provincia de Ávila, Serapio Hernández vivió los años duros de la posguerra civil española y desde que tenía tan solo 6 años (edad en que empezó, cobrando 3 pesetas diarias, de «zagalillo») hasta la edad de incorporarse al servicio militar, trabajó como pastor, cuidando rebaños de ovejas.