lunes, 28 de marzo de 2011

Jarrón con flores

Jarrón con flores. Talla en madera

El motivo de esta talla no puede ser más concreto ni la composición más simple, se trata de un sencillo jarrón con flores que ocupa la totalidad del espacio disponible, sin otro aditamento.

No obstante, la extrema sencillez del planteamiento no implica que la tarea haya sido sido fácil, pues las flores, como símbolo de lo más bello y efímero —de la belleza misma, tal vez—, y como imagen de algo vivo —aunque hayan sido cortadas y apartadas del organismo que las genera, gracias al agua que hay en el jarrón, mantienen durante cierto tiempo su viveza y lozanía—, las flores, digo, no se prestan demasiado al lucimiento en la escultura, es más, yo diría que no está al alcance de cualquiera conseguir representarlas y que parezca que cobran vida en la madera, sobre todo cuando ésta no ha sido policromada, como es el caso; obviamente, por el hecho de estar ausente uno de los principales atractivos de estas frágiles joyas de la naturaleza: su vistoso y brillante colorido.

Por otro lado, no hemos de olvidar que una flor no es un mero objeto decorativo: la fértil naturaleza no recubre los montes y los campos de alegres y llamativos colores cada primavera para el solo deleite de nuestra vista; los más bellos jardines que la mano del hombre cultiva, con amorosa dedicación y, en ocasiones, auténtico arte, llenándonos de placer y regocijo a través de los sentidos —la vista y el olfato, principalmente—, no deben tal cantidad de especies de variado aspecto, intensa fragancia y maravilloso cromatismo a un capricho de la creación Jardín y fuente. Castillo de Hever, Inglaterrao al interés que ésta pueda tener en concebir estos elementos para un uso meramente ornamental y artístico. No, una flor es, ante todo, un órgano que determinados seres vivos, los vegetales, utilizan como instrumento para su reproducción; son los órganos sexuales de las plantas, de los cuales depende nada más y nada menos que la supervivencia de la especie.


Dama en un jardín, por Edmund Blair Leighton.Reflexionando sobre ello, la función y la apariencia de las flores, más de una vez me he sentido tentado de establecer —y no creo que con ello peque de demasiado original— cierto paralelismo entre las mujeres, el género femenino con sus particularidades de cara a la reproducción en nuestra propia especie, y las flores, y he de reconocer que, ateniéndome a mi percepción de lo femenino a través del arte, la ciencia, la historia, la moda, etc, y, sobre todo, a través de mi propia experiencia, la mujer resiste muy bien, hablando en términos generales, la comparación[1].

Mi padre, sin ir más lejos, es obvio que también comparte en alguna medida este modo de ver las cosas, como lo prueban algunas obras en donde directamente ha representado un busto femenino y una flor encima de un florero, equiparando su hermosura, como si ambas imágenes emanaran del mismo jarrón. Y es que hay similitudes que difícilmente se pueden negar o discutir, como el hecho de que tanto las mujeres como las flores utilizan su belleza (de un modo más o menos consciente en el caso de las féminas) para llamar la atención con fines sexuales o reproductivos. El columpio, por Fragonard.Basta mirar el fondo de armario de una mayoría de integrantes del sexo femenino y compararlo con el de sus respectivos novios o maridos para darse cuenta de la diferencia en cuanto a cantidad, variedad y colorido; a lo cual habría que añadir el uso más exhaustivo de complementos como las joyas, los sombreros o tocados, el calzado, etc., por no citar el hábito de maquillarse y perfumarse, las frecuentes visitas a la peluquería o costumbres como el cuidado de las uñas o la depilación; aunque es verdad que algo ha cambiado en los últimos tiempos, reconozcamos que la distancia entre ambos géneros sigue siendo abismal. Y si echamos un vistazo a la moda en las sociedades tradicionales o en muchas culturas del pasado resulta curioso, al menos para mí, observar cómo en numerosas ocasiones el diseño de los atuendos femeninos se inspira en la forma y colorido de las flores: las faldas ahuecadas y de amplio vuelo, los brillos, los volantes, los colores llamativos, los bordados, los estampados, los encajes, etc. Las faldas, singularmente, ¿no recuerdan, aunque sea ligeramente, a una flor Mujeres en el jardín, por Claude Moneten posición invertida, una corola con los pétalos alrededor de aquel lugar donde se hallan los órganos sexuales (las flores también tienen óvulos y ovarios), aquellos que algún día podrán ser fecundados cuando esa vistosidad de los pétalos de la flor o del vestido cumpla con su función de atraer, respectivamente, al insecto o al pájaro que porta el polen o al hombre que deposita su semilla?


Llegado este punto se me ocurre una cita pertinente, algo así como una confirmación literaria de esta semejanza que vengo apuntando, entresacada, ahí es nada, de la monumental obra de Proust «En busca del tiempo perdido», una de las cumbres de la literatura universal. En el segundo volumen de este prodigio de realismo intimista y sensibilidad, fiel reflejo, además, de la sociedad aristocrática decimonónica, a un tiempo exquisita y decadente, que vivió el autor, tiene singular relevancia un grupo de muchachas que el protagonista ve por vez primera avanzando hacia él por la orilla del mar:

... pues me daba perfecta cuenta, con satisfacción de botánico, de que era imposible encontrar juntas especies más raras que las de estas flores tempranas que interrumpían en este momento, delante de mí, la línea del mar formando leve valladar que parecía hecho con rosales de Pensilvania que sirven de exorno a un jardín puesto en la brava rivera marina...[2]

Estas muchachas, jóvenes adolescentes como él, a las cuales, en determinado momento, el protagonista evoca o describe de este modo tan peculiar, dejarán huella indeleble en su memoria porque, aunque en ese preciso instante no lo sepa, una de ellas (a la que también ve por primera vez) será nada menos que su futura amante, Albertina. Manuscrito de 'A la sombra de las muchachas en flor'Por último, para hacernos una idea del papel que da Proust a la asimilación poética de este grupo de jovencitas con las flores (no es la única vez ni son las únicas muchachas a las que de algún modo compara con las flores en este libro), teniendo en cuenta que lo que acabo de citar es un breve párrafo dentro del grueso volumen de la novela, fijémonos en aquella expresión que el autor ha considerado más a propósito o que le ha parecido más sugerente para encabezarlo. Pues bien, este tomo, el segundo, como digo, de siete que tiene «À la recherche du temps perdu», se titula:

«A la sombra de las muchachas en flor»

OTRAS OBRAS RELACIONADAS:

Jarrón rosa blanco-talla en madera Boca y ojo-talla en madera Dama del jarrón 2-talla en madera Jarrón rosa-talla en madera Jarrón mujer flor 1-talla en madera Tres jarrones-talla en madera Dama del jarrón 1-talla en madera Jarrón mujer flor 2-talla en madera
El tema de los jarrones con flores es tan recurrente en la obra de Serapio, son tantos los ejemplos, que he decidido agrupar todos los cuadros del modo que podéis ver. La verdad es que el autor siempre se ha recreado en la talla de diversos tipos de jarrones; prueba de ello es el cuadrito de arriba de la imagen, a la izquierda, el de color blanco sobre un fondo oscuro, realizado muy al comienzo de su trayectoria, utilizando maderas de embalaje, de pino (el fondo) y chopo (la talla propiamente dicha), no muy apropiadas para el ejercicio de este arte, pero era lo que había, lo que en sus comienzos tenía más a mano. Haciendo clic sobre cada una de las miniaturas podéis verlas ampliadas.


  1. Indudablemente, ante este tipo de afirmaciones puede haber sensibilidades que se sientan ofendidas, estoy pensando en mujeres de cierto feminismo militante que al leer mis palabras bien pudieran gritar con toda el alma y con el más absoluto de los convencimientos: «¡Yo no soy un florero!» , y tendrían razón, sin duda; el feminismo me parece una manera de ser y estar en el mundo muy respetable, pero yo me estoy refiriendo a cualquier mujer que se reconozca femenina y que se sienta orgullosa de serlo, lo cual, por fortuna, en mi opinión, para la óptima relación entre hombres y mujeres, aún puede hallarse, con toda clase de matices y las más diversas variantes, en nuestra sociedad.
  2. Alianza editorial. "El libro de bolsillo" 33. Página 426. Traducción del poeta Pedro Salinas.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Me encantaría poner un jarrón así, tallado, con flores que me parecen divinas, para decorar mi nuevo departamento en buenos aires. DOnde lo podría conseguir?

Chacien dijo...

No tenemos ni idea, Carla, de dónde podrías conseguir un jarrón tallado con flores, y menos en la Argentina. Mi padre hace muchos años que no vende sus obras. No obstante, te agradecemos el interés y nos complace que este jarrón con flores te haya gustado tanto.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos, Chacien,

Como siempre, tengo que decirles que el jarrón es precioso. Ya sé que Vds. no ponen en venta las tallas, pero ¡qué maravilla de jarrón! Con lo que le gusta la decoración a Ana, seguro que se desmayaba de alegría y emoción con sólo poder tocarlo, y ponerlo delante de una fila de libros de Griego y Latín.

Y ahora vamos a lo fundamental: ya lo he dicho, que el jarrón es una joya, pero el comentario que Vd. hace, Don Carlos, no le va a la zaga. Me he gustado mucho esa comparación que hace entre las flores y la mujer como concepto estético que se deja, o se debe dejar, admirar, y, ¿por qué no?, también gozar.

Pienso que es Vd. valiente e íntegro al hacer públicas esas ideas, expuestas siempre a la crítica o el rechazo por algunos sectores feministas en el peor de los sentidos, que no admiten que a una mujer se la pueda cortejar. Bien es verdad que Vd. es prevenido y precavido: al pie de página desmonta de una forma muy fina cualquier dardo que le puedan lanzar en ese sentido.

Por mi parte, no considero necesaria, aunque sí muy apropiada, esta defensa y aclaración, más que nada, para evitar malentendidos. Pero creo yo que no deberíamos caer en la trampa de abandonar la idea que muchos mantenemos de que la mujer es un valor al que hay que admirar, y es un gesto de mucha delicadeza y cortesía regalarle una flor, una rosa, a una mujer, porque, aunque haya muchos y muchas que digan lo contrario, en el fondo y esencialmente, hombres y mujeres no somos iguales, aunque tengamos los mismos derechos, la misma capacidad intelectual, y todo lo que Vd. quiera, pero no somos iguales, somos complementarios.

Como para muestra es suficiente con un botón, de todos es conocido que el día 23 de Abril, Día del Libro, en Cataluña hay la costumbre de que la mujer le regale al hombre un libro, y el hombre le regale a la mujer una rosa. Eso explica la diferencia.

Seguro que su padre, Don Serapio, que tanto entiende del mundo y las formas de vida de nuestros hermanos, los animales no racionales, sabe de sobras que ellos distinguen perfectamente entre la hembra y el macho, y en ningún momento pretenden igualar los comportamientos. Y nosotros, por mal que suene o mal que nos siente, tenemos mucho que aprender de nuestros congéneres, el resto de los mamíferos.

Mi Felicitación para Don Serapio y para Vd., Don Carlos.

Les envío un doble abrazo,

Antonio

Chacien dijo...

La aportación que hace con su comentario también me parece valiente y sincera, amigo Antonio, y no me sorprende, conociendo la adoración que siente por Ana, su esposa. Ya le dicho en otro lugar que admiro el hecho de que sean capaces de mantener la ilusión tras tantos años de vida en común; me parece algo que excede de lo que suele ser habitual en los tiempos que corren.

Por otra parte, cuando hago alusión a cierto sector feminista y manifiesto mi respeto no lo hago sólo por curarme en salud frente a posibles reacciones adversas: lo digo con toda sinceridad. Al fin y al cabo, ¿a mí que me importa lo que cada cual haga con su vida? Lo único que le sé decir es que, como hombre que soy, lo que más me atrae y me gusta de las mujeres es, precisamente, aquello que nos distingue y que, como usted bien apunta, nos complementa. Yo amo a la mujer por ser mujer y, como hombre, difícilmente podría sentirme atraído (entiéndase esto en referencia a las feministas) por alguien que no lo sea. Me parece que ese ejercicio de negar su feminidad que tienen estas mujeres no es muy natural, pero creo que debemos respetarlo como una decisión personal ya que el beneficio o el perjuicio va a ser para ellas.

Nos encanta que les haya gustado el jarrón con flores; sin duda es uno de los más bonitos que ha hecho mi padre o, al menos, a mí me lo parece.

Un fuerte abrazo, también para Ana.

Anónimo dijo...

Ufff lo primero decir que me parece increíblemente bella esta talla además de las otras, que antes de llegar al final, yo ya había pinchado para ampliar, fantásticas todas, aunque ésta, desde mi humilde punto de vista, supera si cabe a las anteriores.
Como mujer que soy, libre, trabajadora, madre y muchas cosas más, para nada me ofende que me comparen con una flor, no me siento mujer florero por ello. Soy catalana y como dice quien me antecede en el comentario, uno de los días más bellos del año es el 23 de abril, Barcelona y todo Catalunya se llenan de libros y flores, cosa más preciosa no hay.
Felicidades para Serápio, me parece un artista increíble y un abrazo para ti, que como siempre, con tus textos, llenas de magia este lugar.

Chacien dijo...

Muchas gracias, Calma, por comentar, y muchas gracias por tus elogios: mi padre ya lo ha leído con gran satisfacción y eso que dices de mis textos, que con ellos se llena de magia este lugar, me parece lo más bonito que podías decir, te lo agradezco mucho, porque se puede escribir bien, correctamente, con perfección, con elocuencia, pero dotar de magia a lo que uno escribe son palabras mayores, creo que, en general, es algo que muy pocas veces se consigue, porque para ello se precisa de un talento muy especial. No estoy seguro de poseer ese talento, pero que sepas que me siento muy halagado, precisamente por tratarse de una opinión muy personal.

Por otra parte, con tu testimonio queda claro que una mujer liberada y moderna no tiene por qué dejar de sentirse mujer, y el hecho de que en un momento dado la comparen con una flor ¿qué tiene de malo?, ¿a quién no le gusta que le digan cosas bonitas? Otra cosa diferente es que una mujer pueda sentirse utilizada como un jarrón, un mero objeto decorativo que se tiene para que lo admiren las visitas, como en el caso, que los hay, en que un hombre tiene una mujer bonita para presumir, como el que adquiere un deportivo último modelo, pero sin que haya verdadero cariño, entonces sí, yo entiendo que una mujer pudiera sentirse como un florero: admirada pero no querida.

Un abrazo, igualmente, de nuestra parte.

nogihilt dijo...

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Hola atodos perdonen la letra pero no se escribir mui bien bueno nunca fui bueno para eso pero les quiero con tar ke todo los trabajos que ben en esta pajina son mui buenos. bueno les cuento ke soi de chile y yo ago todo esos trabajOS Y MUCHOS MAS PERO NOSE COMO VENDERLOS NI CUANTO $..... PORFABOR SI AI ALGUIEN INTERESADO EN COMPRAR MI ARTESANIA Y BERLAS en facebook ..JOSECARVAJAL1234@hotmail.cl

Cooperadora Hogar Crecer dijo...

Hola Serapio!

Qué maravilla este jarrón y todas las cosas que hace! Qué don tiene en sus manos y en la creatividad para cada obra.
Nuestras felicitaciones y abrazos!

Chacien dijo...

Muchas gracias, estoy seguro que a mi padre le va alegrar este comentario. También opino que es algo así como un don lo que él tiene en las manos, o, por mejor decir, en su mente y en su corazón, pues hacer estas cosas sin que le haya enseñado nadie, aunque le haya dedicado mucho tiempo y esfuerzo, es para tenerlo en consideración.

Un fuerte abrazo y saludos muy afectuosos.