jueves, 7 de julio de 2011

Velada musical

Velada musical. Talla en madera

Saliéndose un poco de la norma, impuesta por la falta de espacio, que le aconsejaba limitarse a realizar cuadros pequeños, se ha lanzado Serapio a este proyecto un poco más ambicioso, siquiera por las dimensiones de la talla (76 x 67 cm.). Desde que surgió la idea, viendo un libro de grabados de diversas épocas cuya temática versa en torno a la música y sus instrumentos, se sintió encaprichado con este motivo en concreto y supo que algo así le pedía una mayor generosidad en las medidas que lo que viene siendo habitual, pues esto le permitiría dar mayor amplitud a los volúmenes y recrearse en los detalles, otorgándoles, al basarse en un dibujo de mayor tamaño, una mayor vistosidad. Para ello ha refundido dos grabados distintos; ambos, como bien puede apreciarse por la vestimenta de los personajes femeninos que figuran en la escena, de época decimonónica.

Elizabeth Jane al piano. Grabado
© Time Inc. Revista LIFE

Durante el siglo XIX la educación musical de las muchachas, sobre todo en las clases pudientes, en la aristocracia y en la burguesía, se impuso como un signo de distinción, un atributo de buen tono para las jóvenes casaderas, algo que los padres procuraban para sus hijas más por razones sociales que porque estuviesen preocupados seriamente en su formación humanística. Por otro lado, el advenimiento de la revolución industrial propició la fabricación masiva y el perfeccionamiento de instrumentos como el piano, que alcanzó una enorme popularidad Sophy al piano. Grabado© Time Inc. Revista LIFE(siempre, como digo, entre las clases pudientes), hasta el punto que bien podría decirse que no había hogar o familia que estuviese en «sociedad» que no tuviese su piano, ubicado en lugar preferente, generalmente en el salón de la casa, lugar donde se recibía a las visitas y en donde, llegada la ocasión, algún miembro de la familia o las propias visitas, de manera más o menos improvisada, amenizaban las veladas interpretando música con uno o varios instrumentos (incluyendo, obviamente, la voz, cuando lo que se interpretaba ere un aria de ópera o una canción). De hecho, toda la literatura de la época está salpicada de ejemplos que se constituyen en veraz testimonio de la existencia de esta realidad; desde Tolstoi, pasando por Galdós, Jane Austen, Proust y un larguísimo etcétera, podríamos citar una infinidad de autores que pusieron su atención en la sociedad burguesa y aristocrática que les tocó vivir y que tarde o temprano aluden en sus obras a este tipo de veladas, ya sea en hogares más o menos modestos Hush!, por James Tissoto haciendo referencia al elegante «Salón de...», el cual podía simbolizar en aquel momento el no va más del buen gusto y del refinamiento y ser el centro neurálgico de la moda y la distinción en una determinada ciudad.

Pues bien, para mayor comprensión de lo se describe en la talla que hoy presentamos habría que situar la escena en ese preciso contexto, imaginando a estas tres jóvenes en un momento de amena intimidad, ensayando a solas en el salón, o acaso, por qué no, intentando hacer gala de su educación ante un nutrido grupo de invitados que las contemplan (y las escuchan) en silencio, a escasa distancia, dispuestos cómodamente alrededor de ese rincón donde se halla el piano...

4 comentarios:

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos Hernández, Chacien,

¿Qué quiere que le diga sobre la nueva talla de Don Serapio? Pues eso, que es una preciosidad impresionante. Además, con esas dimensiones que tiene, según nos dice Vd., tiene que ser un gozo inexplicable poder disfrutar de tan grande obra artística. Desde luego que Don Serapio es un genio en su arte. Ya me imagino yo la pared en la que debe estar colocada esa talla tan impresionante. Desde luego que se merece estar en un buen Museo.

Esta vez me ha gustado sobremanera la descripción tan detallada y tan exhaustiva que nos da Vd. sobre la Educación de las muchachas de buena familia en el siglo XIX: son cosas que uno sabe, pero en las que no suele uno hacer hincapié, por demasiado conocidas.

Nos remite Vd., Don Carlos, a tiempos pretéritos, y lo hace con la elegancia y la erudición que le caracterizan, con un dominio absoluto del tema.

Les felicito a ambos: a Don Serapio por la talla tan elaborada, y a Vd. por la información tan preciosa que nos da.

Un abrazo, y mis sinceros respetos para ambos.

Antonio

Chacien dijo...

Muchas gracias, como siempre, amigo Antonio.

En efecto, tenga por seguro que la obra ganaría mucho si la viera al natural: casi todo el mundo que viene a casa coincide en afirmar que se ha sentido impresionado, que no se esperaba tanto, aunque ya conociera las obras por fotografía. En ocasiones me ha sucedido de llevar a alguna persona casi a rastras o después de mucho insistir con la estratagema de que "va a ser sólo un momento", viéndose obligada o teniendo que transigir un poco a regañadientes, y luego demorarse esa misma persona hasta el punto de tener que recordarle varias veces, por prudencia, la prisa que tenía, no fuera a ser que "se le hiciera tarde" o que "le estuviesen esperando" sin que la persona en cuestión se acordase de tal cosa o como si tales inconvenientes jamás hubieran existido o se hubieran borrado de su mente como por arte de magia. En semejantes ocasiones le queda a uno la satisfacción de comprobar en vivo y en directo lo que significa que una persona se haya quedado verdaderamente encantada; cuando sucede así mi padre disfruta mucho, tanto que yo diría que no cabe en sí de gozo.

Por otro lado, tenga en cuenta que yo tomo las imágenes a la máxima resolución que me permite la cámara que utilizo; de este modo, cuanto más grande es una obra a mayor distancia he de tomar la foto para encuadrarla en el objetivo y, en consecuencia, la ampliación y el nivel de detalle es menor. Y tenemos obras mucho más grandes que la que nos ocupa.

Por descontado, sepa que las puertas de este "museo" están abiertas para usted si en alguna ocasión tiene a bien regalarnos con una visita: nuestro hogar es humilde pero sería recibido del modo más amistoso y entrañable.

Un fuerte abrazo de nuestra parte.

Anónimo dijo...

Ufff qué maravilla de talla... aquí siempre encuentro algo que me retrotrae al pasado, esta escena la he vivido tantas veces en casa de mis padres... Mi madre tenía la carrera de solfeo y piano, era maestra también. Inumerables los momentos que pasábamos en el cuarto del piano, como le llamábamos a la sala donde mi madre tantas veces nos deleitaba tocando cualquier pieza maravillosa de ópera u otros géneros. Una lagrimilla se me escapa y coge carrera por mi rostro. Y es que ella ya no está, y es que la echo mucho de menos.
Abrazo para ambos

Chacien dijo...

Yo opino, amiga Calma, que la mejor manera de rendir homenaje a nuestros seres queridos cuando ya no están con nosotros es recordarlos, así que esa lagrimilla que ha cogido carrera por tu rostro te honra a ti, porque habla de la lealtad de tus afectos, y honra a esa persona que ya no está, porque ella no morirá del todo mientras exista alguien que, como tú, no la olvide. El dolor y la nostalgia que sientes son una prueba de que eres humana y estás viva. A veces, ante una situación de dolor podríamos tener la tentación de preferir ser insensibles, pero eso sería un error: la vida se compone de emociones como esta y hay que saber vivirlas y aceptarlas, al igual que los momentos de ilusión y de alegría. No imagino peor destino que el de no sentir nada por nada ni por nadie. Hay que tener ánimo y seguir adelante, porque la vida es bella, pese a que en algún momento pueda no parecérnoslo; aunque, ¿quién dice que el sufrimiento, en un caso como el tuyo, no es algo bello?

Un abrazo.