miércoles, 7 de septiembre de 2011

Guacamayos

Guacamayos. Talla en madera

El ara o guacamayo es un ave de la familia de los sitácidos (Psittacidae), directamente emparentada con loros y periquitos y, algo más de refilón, con las cacatúas.

Este ave tropical, cuyo hábitat natural se limita a una extensa área del continente americano, entre México y Argentina, se ha hecho muy popular en todo el mundo, ya que resulta fácil de domesticar y se adapta muy bien a la vida en cautividad; cualidades que, unidas a su exotismo y a la belleza y vivacidad de su plumaje, con su larga cola característica, propician su presencia en multitud de aviarios y parques zoológicos de todo el planeta. También es una excelente mascota, de gran inteligencia y elevada longevidad, con el añadido de su capacidad para imitar el habla humana; pero en el capítulo de inconvenientes está su gran tamaño, los muchos cuidados y la diaria atención que necesita por parte de su cuidador (al parecer, si no, se deprimen), su costumbre de emitir numerosos "gritos" y ruidos que pueden llegar a resultar molestos y la conveniencia de un espacio suficiente en relación a su tamaño para poder volar.

Con todo, yo diría que esas grandes cualidades de hermosura y domesticidad le están resultando, a la larga, bastante dañinas a estas criaturas, ya que han provocado desde antiguo el interés de los comerciantes de animales exóticos, produciéndose una caza intensiva que ha propiciado la extinción de varias especies (media docena, según publica la Wikipedia) y aun las más comunes han visto reducida en la actualidad su área de distribución, habiendo desaparecido de varios países donde su presencia era muy habitual. A continuación podéis ver varias ilustraciones con la imagen de algunas de las variantes que, al parecer, se han extinguido:
Ara gossei-Aves extintas, por el barón RothschildAra erythrocephala-Aves extintas, por el barón RothschildAra tricolor-Aves extintas, por el barón Rothschild

Ilustraciones extraídas del libro EXTINCT BIRDS, obra del barón Rothschild (1868-1937), publicado en Londres en 1907 con la colaboración de diversos dibujantes e ilustradores. El ejemplar utilizado es de dominio público y está depositado en la Biblioteca Pública de Boston.

En fin, que me parece una pena, una verdadera lástima, que aves de tanta hermosura e inteligencia hayan visto mermadas sus posibilidades de supervivencia debido a intereses puramente comerciales. Desde aquí hago votos porque de una vez por todas la gente se conciencie de lo pernicioso que resulta para la naturaleza el tráfico de animales exóticos, más aún cuando se trata de especies en vías de extinción. Si nadie comprara animales exóticos o al borde de la extinción el negocio se iría al garete y con ello algunas especies vivirían un poco más tranquilas en su hábitat natural; siempre y cuando lo que peligre no sea el propio hábitat; lo que, mucho nos tememos, por desgracia, también se da con harta frecuencia. Sólo espero, al menos, que las futuras generaciones no tengan que recurrir a la frialdad de los medios audiovisuales, incluso a obras como la talla que hoy presentamos, para hacerse una idea de cómo eran estas preciosas aves.

OBRAS RELACIONADAS:

Tallas y figuras
Esta figurita policromada con los alegres colores del guacamayo rojo (ara macao), como el resto de figuras de similares características que pueden verse al hacer clic en la foto, calculo que fue realizada entre mediados de la década de los ochenta y mediados de los noventa del siglo pasado, y para ello se utilizó un molde de látex.
Primero, para realizar el molde, la imagen del guacamayo fue modelada en arcilla, luego, recubierta con una gruesa capa de látex, resultando un molde semirrígido que fue rellenado con un yeso especial, de mayor dureza que lo normal. El mismo proceso se llevó a cabo con el resto de figuras (exceptuando, obviamente, las de madera) que pueden verse en la ampliación; de ahí que algunas de las figuras estén repetidas.
Bastón guacamayo
Llama mucho la atención este guacamayo posado en el puño del bastón como si de una percha se tratara. Mi padre no lo saca mucho porque es un poco incómodo y pesado, pero, cuando lo ha hecho, generalmente ha conseguido llamar la atención de numerosos viandantes. Muy de destacar es también el barroquismo con que está tallado el palo del bástón, rodeado todo él en espiral por una enredadera donde pueden verse multitud de aves de las más diversas especies. También fue realizado en las últimas décadas del pasado siglo XX.

3 comentarios:

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos, Chacien,

No me queda otro remedio que admirar la exquisita talla de Don Serapio, tallas a las que ya estoy acostumbrado, y la estupenda y exhaustiva explicación que nos da Vd. sobre los Guacamayos.

Como puede Vd. imaginarse, de pájaros o aves entiendo yo bien poco: apenas sé distinguir un gorrión de una paloma. Éste es el motivo por el que ma ha interesado especialmente su erudición y la claridad de sus explicaciones sobre el Guacamayo.

Una vez más, como era de esperar, queda bien patente que este espacio, el suyo, es un espacio culto y exquisito, al que se accede con las ganas de disfrutar de la perfección y aumentar los conocimientos que uno tiene.

Les envío a ambos, padre e hijo, mi felicitación y un gran abrazo, lleno éste de admiración hacia Vds.

Antonio

PS.: Le ruego que comprenda mi tendencia a abusar de las mayúsculas, poniéndolas muchas veces allí donde la Norma exigiría la minúscula.

Chacien dijo...

Vamos, amigo Antonio, siéntase usted como en su casa: si le place escribir algunas palabras con mayúsculas siguiendo su personal criterio y prescindiendo de las normas académicas, ¿por qué iba yo a quitarle ese gusto? Le comprendo perfectamente y le diré, por añadidura, que no me molesta en absoluto, que leo sus comentarios con toda naturalidad y, a decir verdad, apenas lo percibo como una anomalía.

En cierta ocasión una persona más joven que yo, educada en estos tiempos de los sms y las nuevas tecnologías, ante mis reproches por esa peculiar manera, tan en boga, de escribir acortando las palabras, optó por escribirme correctamente, pero todo con mayúsculas, lo cual hacía la lectura casi más insoportable que cuando se comía las letras, por lo que tuve que rogarle que no insistiera por ahí. Lo que quiero decir es que las mayúsculas funcionan destacando el texto donde se utilizan y es por ello que un escrito de cierta amplitud todo con mayúsculas resulta demasiado impactante, causándome una impresión plana y excesiva. Sin embargo, que una mayúscula aquí o allá destaque de algún modo la importancia que usted otorga a unas palabras sobre otras no me parece ni desagradable ni que afecte a la fluidez en la lectura.

En cuanto a la erudición que usted me atribuye, créame que no es para tanto, lo que ocurre es que cada vez que presentamos una nueva talla me esfuerzo en que el texto que la acompañe aporte algo; por lo general me empapo de diversas fuentes e intento asimilar algo sobre el tema para que, al tiempo que aprendo yo mismo, lo que escriba tenga cierta utilidad didáctica y sea positivo para quien se tome la molestia de leerlo.

Un fuerte abrazo.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos,

Es Vd. un lector excelente. Efectivamente, cuando yo pongo una mayúscula allí donde la Norma no lo exige, es para resaltar la palabra correspondiente, o darle existencia e individualidad propias.

Le envío un abrazo.

Antonio