sábado, 25 de febrero de 2012

Ciervos (reunión familiar)

Ciervos (reunión familiar). Talla en madera

La naturaleza salvaje es fuente inagotable de inspiración para el autor de estas tallas. Recurrir a ella es un ejercicio placentero en el que, como sabe cualquiera que visite con asiduidad el blog, reincide con alguna frecuencia. En este caso ha querido fijar su atención en la idílica imagen de una familia de ciervos, esto es, el macho, la hembra y su cría, reunidos en un pequeño claro del bosque, a orillas de un río o una corriente que hemos de suponer pura y cristalina.

Ciervos recelosos.El hábitat natural de este bello y estilizado animal es el bosque o la espesura y los parajes de montaña o que estén próximos a las formaciones montañosas. Las grandes extensiones de monte bajo o, más específicamente, las vastas dehesas que se distribuyen por buena parte de la geografía española, no suelen verse animadas por su presencia más que en las inmediaciones de terrenos montañosos, y en la propia montaña nunca se los ve en terrenos que se sitúen a altitudes por encima de la línea de arbolado. Al parecer, para sentirse más seguros, prefieren un entorno donde predominen más los árboles que los claros, evitando así ponerse muy a la vista y pudiendo de este modo escabullirse mejor y pasar más desapercibidos. Yo encuentro una explicación a esta tendencia en su condición tímida y huidiza, común a todos los cérvidos, propiciada por una gran vulnerabilidad frente a las garras y colmillos de sus habituales depredadores, resultando tan característica y proverbial esta actitud recelosa que, incluso, ha dado lugar en nuestro propio idioma a una expresión asociada al temor, la cual proviene directamente de estos animales: el «miedo cerval»[1].

Anteriormente he calificado de «idílica» la imagen que ofrece esta familia de herbívoros no sólo por el paraje donde el autor del cuadro ha querido ubicarla, sino por lo difícil que sería realizar una instantánea como ésta si los animales se hallasen en su entorno natural. Ciervo en paisaje otoñal. BonheurEl macho de ciervo, tan diferenciado de las hembras por su cornamenta característica, viene a ser, de modo similar a como vimos que ocurría con el jabalí y el oso (en el reino animal el comportamiento poco solidario con la pareja parece estar bastante consolidado), un padre y un marido de lo menos ejemplar, así que, aparte del entusiasmo con que inicia su periodo de cortejo, popularmente conocido como «brama», a principios del otoño, donde no hace otra cosa que hacerse notar y luchar con otros machos para ganarse a las hembras y tomar el control sobre el harén, aplicándose a esta actividad con tanto empeño y dedicación que prescinde incluso de alimentarse (hasta tal punto le domina el instinto reproductor), aparte, digo, del entusiasmo con que se toma ese periodo de celo, por lo general suele campar a sus anchas en solitario o en compañía de otros machos, siendo las hembras las que asumen los cuidados de las crías, formando grupos más o menos numerosos. Cervatillo amamantandoFoto: © Lauren HimiakAunque los cervatillos pueden valerse lo suficiente como para seguir a sus madres al poco de nacer, éstas acostumbran a dejarlos escondidos entre la maleza —para lo cual resulta no poco efectivo el peculiar pelaje moteado que presentan las crías durante sus primeros meses de edad—, acudiendo regularmente a amamantarlos. Como puede deducirse, la espectacular cornamenta de los machos les sirve muy bien para los alardes y para medir fuerzas en sus enfrentamientos, pero, acaso por su misma aparatosidad, resulta completamente ineficaz frente a los depredadores. Cervatillos, foto de Irish_EyesFoto: Irish_EyesQuizá sea por ello que las hembras, por mucho que se sientan seducidas por los maravillosos apéndices córneos de los machos durante el celo, optan por prescindir de ellos completamente una vez han sido fecundadas, confiando más la protección de sus retoños al mimetismo y la inmovilidad, genéticamente heredados, con que éstos suelen permanecer entre la vegetación, con ese instinto fundamental que les hace saber de modo inequívoco lo que es vital para su supervivencia.

La relación entre machos y hembras en esta especie, como puede apreciarse, tiene unas características tan precisas y los roles de cada sexo están tan bien definidos y diferenciados que no es raro que a la vista de sus costumbres y peculiaridades hayan surgido ciertos tópicos populares que asuman, por ejemplo, la estupenda cornamenta del macho como símbolo o arquetipo de la masculinidad ostentosamente exhibida pero menospreciada por el género femenino en forma de desapego e infidelidad. Tan extendido está el tópico en nuestra cultura occidental que serían muchos los ejemplos a traer en relación a las artes y, más concretamente, a la literatura. Falstaff con una jarra de vino, GrütznerNo obstante, yo me quedo, como muestra eminente y de las más humorísticas, con lo que le ocurre a Falstaff en Las alegres comadres de Windsor cuando el fanfarrón, vanidoso y pendenciero personaje de Shakespeare, decide seducir a sendas señoras de aquella época isabelina, creyéndose él mismo irresistible, pero siendo engañado y burlado por ellas una y otra vez. Mistress Ford y mistress Pag, que así se llaman las susodichas, consiguen que al final de la obra el gordinflón se disfrace de Herne, el cazador, un dios local asociado tradicionalmente con el bosque de Windsor, cuyo principal atributo es una cornamenta de ciervo y que nuestro protagonista, ávido de amor, no duda en encasquetarse en la cabeza,Falstaff entre Mrs. Page y Mrs. Ford, grabado de W. Sharpe lo cual provoca, con la complicidad de otros muchos personajes, incluidos los respectivos maridos de las doñas, una escena cómica de las más hilarantes que ha dado la literatura, dándose la circunstancia de que el bueno de Falstaff pase por cornudo sin haber siquiera llegado a ser amante. Por cierto, que Orson Welles adaptó genialmente esta historia a la gran pantalla en 1965 en el film Campanadas a Medianoche, encarnando él mismo, en interpretación memorable, a un Falstaff que parece estar hecho, incluso por el físico, a su medida.

OBRAS RELACIONADAS:

Yeguada. Talla en madera
Pese a la sencillez del paisaje esta obra ofrece una bonita estampa con las yeguas y potrillos en primer plano y el semental algo más lejos, apostado en una eminencia del terreno, cumpliendo sus funciones de protector y líder de la manada, muy atento y vigilante, como pendiente de cualquier peligro que pueda sobrevenir.

La talla tiene un tamaño de 79 x 108 cm., y hace ya tantos años que fue realizada que no nos atrevemos a asegurar de qué madera está echa. Lo que sí está claro es que se trata de una madera tropical, probablemente sapeli.
Cabras monteses. Talla en madera
Los machos de cabra montés también se enfrentan entre sí por el derecho a copular con las hembras, aunque sus choques seguramente sean un poco más virulentos que los de los ciervos, al menos la técnica difiere sustancialmente, pues, mientras los ciervos entrelazan sus cuernas y miden la fuerza a empujones, los machos de cabra montés se pegan unos tremendos testarazos después de coger impulso y carrerilla, pudiéndose oír sus formidables golpes a mucha distancia en la montaña. Claro que, para eso hay que tener la cabeza muy dura. Tamaño: 53 x 52 cm.

Ya publicadas en este espacio con anterioridad:

Pelea entre jabalíes. Talla en madera. Serapio HernándezOsa con oseznos. Talla en madera. Serapio Hernández


  1. Hace años yo mismo ignoraba el origen etimológico del término «cerval», de modo que cada vez que alguien mencionaba un miedo de este tipo lo relacionaba inmediatamente con un terror o pánicos muy intensos, pero sin esa mayor definición que proporciona el hecho saber de dónde procede la palabra; no como ahora, que enseguida que alguien lo dice me viene a la mente una imagen de estos asustadizos animales y comprendo, de manera más exacta y matizada, toda la significación que hay que darle a la palabra realmente.

15 comentarios:

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Don Carlos Hernández,

¿Qué voy a decir yo de la talla, preciosa como todas, representando a la familia de ciervos, cada uno ocupando su lugar correspondiente: el macho erguido, como dueño soberano de todo, y la madre agachada y tumbada junto a la cría? Sencillamente bucólico todo. Y luego esos árboles, que representan la Naturaleza salvaje y libre…

En este caso, admirable es la talla y juicioso y atinado es el comentario, que, me imagino yo, debe ser propiedad en buena parte de los profundos conocimientos que su padre, Don Serapio, tiene sobre la Naturaleza en general y el mundo animal en particular.

Muy interesante el detalle ese de cómo los ciervos se protegen de otros animales peligrosos para ellos, los depredadores. Como siempre, vemos aquí que la Naturaleza es sabia. Igualmente esclarecedora la costumbre del macho, cuando se trata de fecundar a las hembras en la época de celo, y el interés y esfuerzo que todos ponen en ello.

Quienes analizan y programan las conductas humanas quizá tendrían que aprender bastante de la conducta de las hembras que, una vez fecundadas, se olvidan ya del Instinto y se dedican exclusivamente a las crías. Cabría preguntarse aquí cuál es el proceso habido en la Historia del Homo sapiens, en el que el sexo se ha independizado de la reproducción, y, en los últimos tiempos, también del Amor. ¿Hemos ganado mucho, o hemos perdido una buena parte, una parte imprescindible, de nuestra herencia genética?

Yo dejo la pregunta: que la conteste quien se vea capacitado para ello.

Me quedo con el siguiente párrafo:

La relación entre machos y hembras en esta especie, como puede apreciarse, tiene unas características tan precisas y los roles de cada sexo están tan bien definidos y diferenciados que no es raro que a la vista de sus costumbres y peculiaridades hayan surgido ciertos tópicos populares que asuman, por ejemplo, la estupenda cornamenta del macho como símbolo o arquetipo de la masculinidad ostentosamente exhibida pero menospreciada por el género femenino en forma de desapego e infidelidad.

Y lo hago porque me soluciona una duda que yo tenía, y es que no llegaba yo a encajar el significado de los cuernos en nuestra cultura como signo de infidelidad, y el que había entre los Antiguos Romanos, entre quienes los cuernos eran un símbolo de masculinidad, o potencia sexual.

Con la explicación que Vd. nos da, amigo Don Carlos, del rechazo femenino a tanta exhibición masculina, queda la aporía resuelta y disuelta.

Felicito a ambos, Don Carlos y Don Serapio, por la exquisitez de la talla y los concienzudos conocimientos sobre el comportamiento animal que nos regalan con esta talla y este texto.

Les envío a ambos un afectuoso saludo.

Antonio

Chacien dijo...

Respecto a la pregunta que deja usted en el aire, yo diría que la hembra del homo sapiens, en algún momento de su historia evolutiva, pasó a ser receptiva en cualquier periodo de su vida fértil, ya que las asombrosas cualidades adaptativas de la especie hacían viable que la "cría" sobreviviera, independientemente de cuáles fueran las condiciones externas, es decir, que se llegó a un punto en que no era necesario programar el reloj biológico de la especie para que, por ejemplo, las crías nacieran en la primavera por ser la estación más benigna y con mayores recursos disponibles. Por su capacidad para cazar y recolectar, esto es, para allegar los medios para alimentar a su prole en cualquier época del año, el hombre, como especie, se vio libre de tales imperativos y un periodo de celo demostró ser innecesario, así que, una vez suprimida la limitación temporal del periodo de receptividad sexual, siendo ya los 365 días del año, se supone que, asimismo, 365 días al año son los que, al menos potencialmente, podría dedicar la hembra de nuestra especie a la cría y cuidado de sus retoños hasta la edad en que ya fueran adultos y pudieran valerse por sí mismos, o, dicho de otro modo, hasta la edad de la emancipación.

Ahora bien, la cuestión que usted plantea apunta naturalmente, lógicamente, no sólo hacia el hecho de que se independice el acto sexual de la reproducción y del amor, sino que apunta, asimismo, hacia una acusada tendencia a abandonar o delegar el propio cuidado de las "crías", ya sea en manos de familiares directos, liberados de la cadena de producción, o de profesionales, a cambio de un salario. Siguiendo a Erich Fromm en su maravilloso "Arte de amar" (aprovecho para agradecerle la recomendación), yo diría que a la sociedad capitalista no le interesa la diferenciación sexual en aras de la conservación de los roles tradicionales de la especie:

"La polaridad de los sexos está desapareciendo, y con ella el amor erótico, que se basa en dicha polaridad. Hombres y mujeres son idénticos, no iguales como polos opuestos. La sociedad contemporánea predica el ideal de la igualdad no individualizada, porque necesita átomos humanos, todos idénticos, para hacerlos funcionar en masa, suavemente, sin fricción; todos obedecen a las mismas órdenes y, no obstante, todos están convencidos de que siguen sus propios deseos. Así como la moderna producción en masa requiere la estandarización de los productos, así el proceso social requiere la estandarización del hombre, y esa estandarización es llamada «igualdad»".

Parece que utilizamos el sexo, así como utilizamos a nuestros semejantes, sólo para satisfacer nuestros apetitos e instintos, en un afán de consumo e individualismo que no parece tener límites. El egoísmo se hace patente en la reubicación de los diferentes roles en pro de la igualdad de la sociedad, pero, ahora soy yo el que deja una pregunta en el aire: ¿así somos más felices?

En otro orden de cosas, le confieso que ha despertado mi curiosidad en relación al papel que jugaban los cuernos como símbolo de masculinidad entre los antiguos romanos. Ahora mismo no recuerdo haber leído nada con esa precisa significación, ¿sería mucho pedir que me citara algún ejemplo destacado? Es más, ¿qué le parecería montar en su propio blog una entrada abordando tema tan prominente?

Un fuerte abrazo, también para su esposa, amigo Antonio.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

1/3
Amigo Don Carlos,

Me propone Vd. que dé algún texto en el que los cuernos (cornu, cornua en Latín) tengan una acepción de fuerza, valentía, hombría entre los Romanos, y no el significado despectivo que tienen entre nosotros, cuando apuntan a una infidelidad. El tema daría para mucho, y para un largo trabajo, que no es el caso. Le dejo aquí lo que he encontrado así, a primera vista.

Espero que le sea de utilidad e interés. Dejo para más adelante un tratamiento extenso y profundo del tema, que, por cierto, es muy interesante.

Le envío un gran abrazo

Antonio

Referencias de Diccionario

cornu-us (plural cornua): cuerno
............................................
II. Trop., as an emblem of power, courage, strength, might (the figure taken from bullocks. Also in Heb. a very freq. metaph.; cf. Gesen. Lex. s. v. , p. 906, 6; poet.): “ne in re secundā nunc mi obvortat cornua,” Plaut. Ps. 4, 3, 5: “venerunt capiti cornua sera meo,” Ov. Am. 3, 11,: “tunc pauper cornua sumit,” gains strength, courage, id. A. A. 1, 239; cf.“. tu (sc. amphora) addis cornua pauperi, etc.,” Hor. C. 3, 21, 18.—Hence Bacchus, as a giver of courage, is represented with horns, Tib. 2, 1, 3; Hor. C. 2, 19, 30; v. Bacchus, I.; cf. of a river-god, I. B. 2. c. supra.

A Latin Dictionary. Founded on Andrews' edition of Freund's Latin dictionary. revised, enlarged, and in great part rewritten by. Charlton T. Lewis, Ph.D. and. Charles Short, LL.D. Oxford. Clarendon Press. 1879.
http://www.perseus.tufts.edu/hopper/text?doc=cornu&fromdoc=Perseus%3Atext%3A1999.04.0059

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

2/3A
Textos de Ovidio: En Francés y en Latín

[3,11] ÉLÉGIE XI.
C'est avoir assez et trop longtemps souffert : ta perfidie a vaincu ma patience ; sors, honteux Amour, de mon coeur fatigué ! C'en est fait, je m'affranchis ; j'ai rompu mes chaînes, j'ai souffert sans rougir, je rougis maintenant d'avoir souffert ; enfin, je triomphe, et je foule à mes pieds l'Amour subjugué ! Trop tard, hélas ! j'ai connu l'outrage fait à mon front. De la persévérance et de l'énergie; ces maux auront un jour leur récompense. Souvent un fruit amer offre son suc secourable au voyageur épuisé.

[3,11] XI.
Multa diuque tuli; uitiis patientia uicta est;
cede fatigato pectore, turpis amor!
Scilicet adserui iam me fugique catenas,
et quae non puduit ferre, tulisse pudet.
Vicimus et domitum pedibus calcamus amorem;
uenerunt capiti cornua sera meo.
[Vinieron tarde los cuernos (las fuerzas) a mi frente].
perfer et obdura! dolor hic tibi proderit olim;
saepe tulit lassis sucus amarus opem.

Itinera Electronica:
Amores, III, XI, 1-8
http://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/Ovide_amoursIII/lecture/11.htm

Fuente:
OVIDE, OEUVRES COMPLÈTES, AVEC LA TRADUCTION EN FRANÇAIS, PUBLIÉES SOUS LA DIRECTION DE M. NISARD, PARIS, J.-J. DUBOCHET , 1838
http://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/intro.htm#ovi

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

2/3B
[1,230] Et le plaisir de boire n'est pas le seul qu'on y trouve. Là, souvent l'Amour, aux joues empourprées, presse dans ses faibles bras l'amphore de Bacchus. Dès que ses ailes sont imbibées de vin, Cupidon, appesanti, reste immobile à sa place. Mais bientôt il secoue ses ailes humides, et malheur à celui dont le coeur est atteint de cette brûlante rosée! Le vin dispose le coeur à la tendresse et le rend propre à s'enflammer; les soucis disparaissent, dissipés par d'abondantes libations. Alors viennent les ris; alors le pauvre reprend courage et se croit riche.

[1,230] Est aliquid praeter uina, quod inde petas.
Saepe illic positi teneris adducta lacertis
Purpureus Bacchi cornua pressit Amor:
Vinaque cum bibulas sparsere Cupidinis alas,
Permanet et capto stat grauis ille loco.
Ille quidem pennas uelociter excutit udas:
Sed tamen et spargi pectus amore nocet.
Vina parant animos faciuntque caloribus aptos:
Cura fugit multo diluiturque mero.
Tunc ueniunt risus, tum pauper cornua sumit,
[Entonces vienen las risas, entonces el pobre recibe los cuernos (= recibe fuerzas y se cree rico)]

Itinera Electronica:
Ars Amandi, I, 230-240
http://agoraclass.fltr.ucl.ac.be/concordances/Ovide_artI/lecture/3.htm

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

3/3
Traducciones en Castellano

Las mesas de los festines brindan suma facilidad para introducirse en el ánimo de las bellas, y proporcionan además de los vinos otras delicias. Allí, con frecuencia, el Amor de purpúreas mejillas sujeta con sus tiernos brazos la altiva cabeza de Baco; cuando el vino llega a empapar las alas de Cupido, éste queda inmóvil y como encadenado en su puesto; mas en seguida el dios sacude las húmedas alas, y entonces, ¡desgraciado del corazón que baña en su rocío! El vino predispone los ánimos a inflamarse enardecidos, ahuyenta la tristeza y la disipa con frecuentes libaciones. Entonces reina la alegría; el pobre, entonces, se cree poderoso, y entonces el dolor y los tristes cuidados desaparecen de su rugosa frente;

Traducción de Germán Salinas
http://189.203.32.10:8086/portalcobach/biblioteca/libros/Ovidio%20-%20El%20Arte%20de%20amar.pdf

He sufrido mucho y por largo tiempo; tu perfidia acabó con mi paciencia: amor bochornoso, huye de mi pecho quebrantado. Al cabo ya soy libre, ya rompí las cadenas, y me avergüenza haber soportado tanto desprecio sin rubor. Vencimos y pisoteamos al tirano que nos esclavizaba, tarde sentí él ultraje de mi altiva frente. Sufre y endurece tu condición: acaso el dolor te sea algún día de provecho; un jugo amargo fortalece en mil ocasiones, al viajero cansado

OVIDIO, LOS AMORES
Traducción de Germán Salinas
(en: Líricos y elegíacos latinos, Madrid, Librería de Perlado, Páez y Cía, 1913-1914)
http://es.wikisource.org/wiki/Ovidio_Amores_III

Ahí puedes buscar otra cosa además del vino. En ellos, más de una vez, el purpúreo Amor estrechó seductoramente con sus cariñosos abrazos los cuernos de Baco, que estaba puesto a la mesa. Y cuando los vinos han salpicado las alas absorbentes de Cupido, él se queda quieto y permanece amodorrado en aquel lugar. Y, aunque sacude sus plumas humedecidas con rapidez, sin embargo, incluso las salpicaduras del Amor hieren el corazón. El vino prepara el espíritu y lo hace receptivo para el acaloramiento: la angustia desaparece y se disuelve en el alcohol abundante. Entonces vienen las risas, y el apocado cobra atrevimiento [= Recibe los cuernos]; la pena, preocupaciones y arrugas de la frente desaparecen.

Traducción, con algunos cambios de puntuación, de
Vicente Cristóbal López
P. Ovidio Nasón, Biblioteca Clásica Gredos, Editorial GREDOS, Madrid 1989

Mucho llevo aguantado y ya desde hace tiempo; tus faltas han acabado con mi paciencia; aléjate de mi cansado corazón, torpe amor. Sí, ya me he liberado y escapado de las cadenas, y lo que me avergoncé de soportar en su momento, me avergüenza ahora haberlo soportado. He vencido y pisoteado el Amor domeñado. Tarde han venido los cuernos a mi cabeza [= He recuperado la dignidad y el orgullo]. Persiste y sé tenaz: este dolor será útil un día: muchas veces un jarabe amargo trae remedio a los enfermos.

Traducción de
Vicente Cristóbal López
P. Ovidio Nasón, Biblioteca Clásica Gredos, Editorial GREDOS, Madrid 1989

Chacien dijo...

He de confesarle, amigo Antonio, que en una primera lectura de los fragmentos que amablemente se ha servido de incluir en su extenso y ampliamente reseñado comentario, había llegado a la conclusión de que la interpretación que los antiguos romanos daban a los cuernos no difería sustancialmente de la nuestra. Ahora comprendo que estaba en un error, debido, sin duda, a lo muy arraigado que tenemos el tópico en nuestra cultura y a los prejuicios que nos hacen ver cierta intencionalidad donde en realidad no la hay. Así, en el fragmento donde puede leerse "tarde sentí el ultraje de mi altiva frente", en principio asocié el propio ultraje a los cuernos, como si estos fueran la consecuencia del mismo, sin percatarme de que en ese preciso contexto dicho ultraje es anterior y el hecho de lucir unos esplendorosos cuernos significa la superación del ultraje, una especie de corona de la cual el protagonista es plenamente consciente (generalmente, entre nosotros, y ahí está la gracia, el que menos sabe de la existencia de los cuernos es el propio interesado) y se siente orgulloso, algo así como la confirmación de haberse liberado y haber vencido al ultraje, lo cual le hace sentir más digno, fortalecido y satisfecho.

Le agradezco enormemente, por lo que tiene de esclarecedora, su aportación.

Cordiales saludos.

ANTONIO MARTÍN ORTIZ. dijo...

Amigo Don Carlos,

Contando siempre con gu generosidad y su permiso, le informo que he hecho una especie de estudio sobre la evolución de la expresión de ser un cornudo o llevar cuernos, en plan diacrónico, y, para ello, tal como le prometí, he utilizado la preciosa talla de Don Serapio, Reunión familiar de Ciervos, y un texto de Vd., que me iba como anillo al dedo para lo que yo quería decir.

Espero que Vd. dé su acquiescencia y conformnidad al uso que he hecho de su texto y su imagen. Por todo ello le estoy muy agradecido.

Otra cuestión: llevo días pensando en su poema, el último, el XIII, de POESÍACIÉN, y la verdad es que no admite un comentario así, a la ligera, sino que hay que produndizar, porque el poema tiene tela, y es concienzudo. En su momento recibirá el correspondiente comentario.

Entretanto, le envío un abrazo.

Antonio

Chacien dijo...

Por supuesto, cuenta con mi aquiescencia y mi agradecimiento, Amigo Antonio, pues, a fin de cuentas, no ha hecho otra cosa que llevar a efecto una sugerencia que le había hecho.

He tenido ocasión de leer su "estudio" donde se hace eco, ampliándolo, de lo dicho en estos comentarios y también la aportación que hasta el momento han hecho algunos de sus comentaristas (en este caso algunas) y la verdad es que resulta todo muy enriquecedor, curioso y hasta gracioso. Me parece que ha sido un acierto.

Saludos cordiales.

Karla Castañeda dijo...

¡Qué belleza, me encanta!
Sabes que no sabía que Carlos era Chacien, el lector asiduo de Oloblogger,ahora lo estoy descubriendo. Muchas gracias por pasarte a mi blog y exponer tu punto de vista :)

Recibe un cordial saludo.

Chacien dijo...

A mí también me encantan estos cuadros, y no sabes el privilegio que es tenerlos con nosotros y que adornen nuestra casa. Para mí es una suerte ser hijo de quien soy, y no sólo porque sea el autor de todas estas tallas.

Pues sí, Carlos Hernández y Chacien somos la misma persona: al adoptar el nuevo perfil de G+ me fastidiaron bastante con eso de no aceptar el alias: hubiera preferido seguir mostrándome como Chacien, y no es porque quiera esconderme, sino porque me gusta más.

Un gran tipo Oloman, a mí me ha sacado de algunos apuros, y gran parte de lo que he aprendido sobre Blogger se lo debo a él.

Saludos muy afectuosos.

me gustan los abanicos dijo...

He visto el bastón del búho tan cerca, que me sorprendió muchísimo.
Y ahora acabo de ver toda la colección una maravilla.
Que arte, imaginación y unas manos formidables.

Chacien dijo...

Nos alegra que el arte de Serapio, mi padre, te haya sorprendido para bien. Procuro subir fotos de calidad para que podáis contemplar las obras con todo detalle.

Un saludo afectuoso.

Anónimo dijo...

Me han parecido unas obras maravillosas, un trabajo fino, complejo y que requiere una habilidad que no todos tenemos. ENHORABUENA al autor que se merece tener un museo propio porque la calidad de sus obras son perfectas. Una auténtica maravilla.
Paloma

Chacien dijo...

Qué podemos decir, Paloma, sino agradecer la generosidad de tus palabras. En efecto, la idea de tener sus obras en un museo es un sueño que mi padre viene acariciando desde hace mucho, pero ya sabes que realidad y deseo no siempre vienen de la mano; en mayor medida, si cabe, teniendo en cuenta cuál es la realidad económica y lo poco dadas que vienen siendo últimamente las instituciones a la prodigalidad.

Recibe un cariñoso saludo y nuestra gratitud.